Argollas de Matrimonio
- Hector Berumen
- 6 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Se tiene documentado que desde la cultura egipcia, unos 2800 años AC, ya existía la costumbre de intercambiar anillos de matrimonio o de unión de una pareja. En su cultura el círculo representaba la eternidad pues no tiene ni principio ni fin y esto era la promesa del matrimonio, la eternidad.
Esta costumbre también existía entre los romanos y judíos antes del cristianismo con algunas connotaciones diferentes pues la entrega del anillo a la mujer (que llevaba una llave soldada) representaba el sello de las cosas de la casa, es decir la custodia de cajones, arcas, alacenas y todo lo que necesitaba cuidado y administración.
Esta tradición de los anillos continúo con la consolidación del cristianismo. En la Biblia, en el Antiguo Testamento se pedía la mano de la novia con un anillo. Esta costumbre ha llegado hasta nuestros días. En el siglo IX, el Papa Nicolás I, decreta que el hecho de entregar el anillo a la novia es ya una declaración oficial de la intención de casarse.
Por fuera de las argollas de matrimonio el anillo de compromiso ya es una costumbre más occidental que se entrega como símbolo de la intención de contraer matrimonio, tradicionalmente es ofrecido por el hombre como regalo a su novia mientras o cuando ella accede a la proposición de matrimonio. Representa una aceptación formal del futuro compromiso.

Inicialmente los anillos de matrimonio se hacían de hierbas, luego fueron sustituidos materiales como cuero, sin embargo por el rápido deterioro de estos en algún momento empezaron a hacerlos con piedras pulidas. Luego, con el avance en el manejo de los metales se empezaron a hacer argollas en hierro. El uso de los metales preciosos vino como una consecuencia de su brillo y de su valor que empezó a marcar una diferencia y un estatus entre quienes podían tener un anillo de oro o de plata.
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